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“Confesiones de un LINGAM con memoria”

  • Foto del escritor: Johe Cavero
    Johe Cavero
  • 17 sept
  • 2 Min. de lectura
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El lingam… ¡ah, ese viejo compañero de viaje!

Se le ha hablado tanto de él que, si pudiera hablar, seguramente pediría un sindicato.

Porque todo el mundo lo nombra como si fuera un taladro Black & Decker:“ que dure, que aguante, que no falle”.

¡Oiga , un momento!

No estamos hablando de herramientas de bricolaje…Estamos hablando de un canal energético, un puente hacia lo sagrado. Aunque, seamos honestos, a veces también hace reformas rápidas.


El trauma fundacional: el vestuario

¿Saben qué experiencia marca a fuego al hombre promedio?

El vestuario del colegio.

Ese momento sagrado-profano donde se aprendía a contar… centímetros.

Un templo de duchas colectivas que más parecía una feria de comparaciones.

Desde ahí, el lingam quedó atrapado en un rol absurdo: funcionario del Estado... Medir. Comparar. Rendir.

Como si un hombre llevara el currículum colgando, esperando sello y firma en cada encuentro íntimo.


El drama del refractario

Y luego está el gran villano incomprendido: el periodo refractario.

Ese instante zen donde el lingam suspira y dice:“ Hermano, necesito un cigarro, un Aquarius y cinco minutos de silencio”.

Pero claro, la sociedad lo juzga:“¿Qué pasó? ¿Ya se acabó?”.

¡Pues sí, se acabó… por ahora!

Porque no es un robot ni una máquina de feria.

Es un mamífero sagrado que necesita respirar antes de volver a bailar.


Las formas y sus estigmas

Pasemos ahora al catálogo de formas.

Si es recto, todo bien.

Si es curvado, ya parece que despierta sospechas:“¿Eso vuelve solo o lo lanzas como boomerang?”.No, corazón… no vuelve.Pero puede dar giros fascinantes en el camino,abriendo ángulos y territorios que la geometría escolar jamás enseñó.


El filósofo zen entre las piernas

Lo más hermoso es que, debajo de todo ese peso de traumas, risas crueles y expectativas absurdas, el lingam guarda un secreto: en realidad, es un filósofo zen con ganas de fiesta.

Su enseñanza es clara: “No me uses como arma, ni como cliché de porno barato.

  • Respírame.

  • Tócame.

  • Ríete conmigo.

  • Y juntos vamos a crear magia”.


El fracaso que no es fracaso

Porque sí, hay veces que la erección falla.

El gran temido: el “no se levanta”. Pero eso no es un fracaso…es un suspenso erótico con giro inesperado.

Es el lingam diciendo con humor travieso: “Hoy no hay martillo… hoy hay lengua”... ya después seguimos...



Así que la próxima vez que pienses , que toques el/tu lingam, no lo reduzcas a un taladro ni a un metro plegable de comparaciones.

Míralo como lo que realmente es: un guardián de memorias, un alquimista de placer, y un bromista sagrado que, entre jadeos y carcajadas, te recuerda que la sexualidad no es rendimiento…sino juego, ternura, energía y magia.

@Josehectorcaverosilva

 
 
 

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