El Delivery del placer sin postre emocional
- Johe Cavero

- 7 sept
- 3 Min. de lectura

Antes, el amor era un plato lento, guisado con tiempo, paciencia y fuego bajo; ahora es un combo barato: un destello de pasión precocida, envuelta en papel de plástico, con salsa de emojis y acompañada por una montaña de "next".
¡Desliza aquí, desliza allá!
Como si la intimidad fuera un menú de 3 segundos en la pantalla, y no el arte sublime de compartir el postre con alguien que no se atragante.
En esta gastronomía emocional, el compromiso es un extra que nadie quiere pagar, y el deseo se reduce a un "clic para llevar".
Pero cuidado, que en el fondo, ese apetito voraz por el placer inmediato deja el estómago vacío y el corazón con gases... Porque nada peor que un “fast food” (comida rápida) para el alma: sabe bien al principio, pero luego solo quieres un buen guiso casero, hecho con amor y tiempo.
Así que, en esta era de perlas digitales y flechazos en miniatura, recuerda: el amor no es un drive-thru, es una cena a la luz de las velas... aunque eso sí, con un toque de humor y mucha paciencia para digerirlo.
¿Te animas a dejar el fast food (comida rápida) y probar el slow food (comida lenta) del amor?
Sexo Uber: llega rápido, se va solo… Como tu motivación los lunes.
Te deja sudando, confundido/confundida y preguntándote: “¿Eso fue sexo o un simulacro de evacuación?”
Sexo Glovo: te lo traen a casa, pero no incluye postre emocional. Y si lo pides con cariño... viene frío. Y con cara de "yo solo entrego, no conecto".
Sexo WiFi: te conecta un rato, pero como te muevas un poco... ¡pum! "Sin servicio".
¿Intimidad?
Solo si estás en la misma habitación que el router... emocional.
Sexo Amazon Prime: llega en 24 horas, envuelto , bonito... pero cuando lo abres dices:
"Esto no era lo que pedí, ¿puedo devolverlo sin hablarle?"
Sexo Netflix: empezó con un "solo una serie", y terminaste tres meses después, con apego, ansiedad y sin saber si eso era amor... o codependencia en HD o 4K.
Sexo en oferta flash: si no lo tomas ya, se lo lleva otro. Y tú ahí, con miedo a perderte algo... aunque pagues menos.
Sexo AirDrop: aparece de la nada. Ni nombre, ni historia.
Solo: "¿Aceptas este archivo lleno de expectativas y vacío emocional?".
Sexo Spotify: repites la misma canción, la misma cama, el mismo polvo, hasta que ya no te excita, pero lo pones por nostalgia... o flojera.
Sexo por Zoom: ¡oh, romántico! Conexión inestable, sonido raro, y ese orgasmo que llegó... 5 segundos después de que ya no mirabas la pantalla.
Sexo QR: escanéame, úsame, olvídame. Literal.
Un código con piernas que no quiere hablarte... pero sí quiere acceso completo a tu cuerpo. Sin política de privacidad.
Conclusión…El sexo moderno es práctico, rápido y... emocionalmente deshidratado.
Mucho cuerpo, poco alma.
Mucho match, poca mirada.
Mucho clic... y cero klic.
Pero tranquilo, siempre puedes volver al sexo analógico: mirarse, tocarse... y quedarse después del polvo.
Aunque no tenga botón de "Salir de la reunión".
Ojo que cada quien hace lo que le sale del moño y de los cataplines... cada quien da lo que tiene y pide lo que quiere.
“Al final, todo esto es solo una mirada cómica a cómo vivimos hoy el amor y el sexo: apps, swipes y combos emocionales incluidos.
Que no cunda el pánico: siempre queda la opción de apagar el WiFi, encender unas velas… y recordar que la intimidad no se descarga, se cocina.”
@Josehectorcaverosilva



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